La corrupción y el fraude impactan con fuerza en el sector de la salud pública en Brasil

Daniela Guzman
26 de Febrero de 2015

Se sabe que la mancha de la corrupción puede afectar la economía de una determinada jurisdicción o sectores particulares cuando esta conducta indebida se vuelve sistémica o la percepción internacional es muy alta.

Pero esos temores parecen magnificarse cuando la corrupción se infiltra en el sector de la salud, que en algunos países es pública. En el campo de la salud, cuando funcionarios oportunistas e irresponsables se cruzan con una débil supervisión federal y con castigos muy livianos por actos de corrupción, la combinación puede ser mortal.

En Brasil, ha crecido en forma exponencial una demanda por reformas en las últimas semanas, a medida que ciudadanos y médicos piden no sólo un cambio y una mejor supervisión de los hospitales y el personal para eliminar individuos y actividades ilícitas, sino también por el fin de la hipocresía de un gobierno que puede gastar generosamente para la Copa Mundial de fútbol, pero falla en otorgar a los profesionales de la salud las herramientas para sobrevivir y salvar vidas.

El presupuesto federal brasileño ha sufrido una pérdida de 2.300 millones de reales en el sector de la salud, de aproximadamente US$ 797 millones en nueve años, de acuerdo con el principal organismo de control del poder ejecutivo brasileño.

De acuerdo con la oficina federal de la rendición de cuentas, llamada TCU en Brasil, importantes fondos nacionales han sido desviados debido a la corrupción entre 2002 y 2011. El gobierno sostiene que la cantidad es un pequeño porcentaje del presupuesto del sector, pero la cifra representa un tercio de los fondos federales desviados del presupuesto nacional debido a la corrupción.

El estudio saca a luz un dilema que el sistema público de salud de Brasil ha estado sufriendo durante décadas: hospitales que carecen de fondos, trabajadores y suministros.

A pesar de que el gobierno federal ha estado buscando nuevas fuentes de financiación para el Sistema Único de Salud (SUS), estas desviaciones debido al fraude y la corrupción están perdiendo millones de dólares todos los años.

Los políticos, trabajadores de la salud y ciudadanos están pidiendo un cambio

Esta semana, los familiares de pacientes en el estado nororiental brasileño de Pernambuco realizaron una demostración en el hospital público universitario durante horas, con pancartas exigiendo «respeto» y «dignidad» para sus parientes.

Investigaciones de los medios brasileños muestran que el fraude en el sector de la salud pública no sólo es generalizado, sino también descarado.

Ha habido incidentes publicitados de sobreprecios para la compra de ambulancias, facturación de materiales que no son necesarios para los procedimientos que se indican, y un hospital que incluso facturó los gastos de un parto cuando el paciente era un hombre.

José Carlos Pitangueira Filho, médico y director del Instituto Nacional de Ayuda a la Salud y Educación, se hace eco de la insatisfacción de la población de Brasil y la indefensión que viene acompañada por el hecho de ser un trabajador de la salud dentro de un sistema que es ineficiente para sus pacientes.

«Sí, la corrupción está muy arraigada en la negociación, los trucos y las desviaciones del SUS, y es preciso abordarla con rigor», escribió Filho en un editorial para el periódico carioca O Globo.

«¿Pero es la corrupción la causa o efecto? ¿Diagnóstico o síntoma? Las principales causas de una crisis permanente en el sistema público de salud son el resultado de la falta atención a las acciones, y el desprecio por la profesión médica. Para resumir en dos palabras: una gestión ineficiente».

Las protestas en todo el país estallaron el año pasado en respuesta a la construcción de estadios astronómicamente caros y otros proyectos relacionados con la Copa del Mundo, en lugar de invertir en los sectores de salud y educación.

Los mismos doctores pidieron por la atención del gobierno federal a medida que los hospitales públicos en condiciones muy precarias se veían imposibilitados de manejar el enorme volumen de pacientes.

En un video publicado por los medios de comunicación de Brasil, una médica en Río de Janeiro se encuentra en la puerta del hospital público diciendo que no hay nada que pueda hacer para ayudar a las decenas de pacientes en espera de tratamiento ya que es la única médica en la nómina.

Filho dijo que el sector de la salud en Brasil debe centrarse en los resultados para asegurarse de que, además de adquisiciones, contratos y acuerdos, el dinero de los impuestos vuelva a su función de promover la satisfacción del cliente.

Cuando las autoridades responsables de mantener los controles internos y cumplir con los estándares éticos se desentienden de esos principios, es difícil que este tipo de corrupción sistémica sea eliminada, dijo Claudio Silva Peixoto, el jefe de los Servicios de Prevención de Fraude y Corrupción de KPMG en Brasil Sao Paulo.

«El gobierno paga el gasto y no cuestiona cuando se trata del sector público, son complacientes», dijo Silva. «Cuando el gobierno está involucrado en el delito y les beneficia, el sistema de control no puede ser arreglado».

El alcance de la corrupción en Brasil ha sido revelado en otras áreas además del sector de salud, en particular la investigación de Petrobras.

Funcionarios gubernamentales de alto nivel, empleados de la empresa y terceros actualmente están siendo investigados por su participación en el escándalo de corrupción del gigante energético de Brasil.

En su investigación, las autoridades brasileñas revelaron que los miembros del partido en el poder aceptaron sobornos que permitieron a Petrobras y a proveedores relacionados obtener importantes contratos.

Si bien Brasil cuenta con procedimientos fiscales que las instituciones de salud pública deben seguir cuando facturan por los tratamientos de los pacientes, por la adquisición de suministros médicos y el pago de los trabajadores de salud, hay una falta de aplicación, dijo Silva.

El Congreso trató de abordar el problema con una nueva ley contra la corrupción que fue promulgada el año pasado. Si bien tiene similitudes con la ley de anticorrupción de EEUU (FCPA) también, al igual que la FCPA, tiene zonas grises en relación con la implementación y cumplimiento.

Entre 2008 y 2012, el número de personas condenadas por delitos contra el estado, que incluye la corrupción, creció en un 133%, según el especialista anticorrupción Carlos Ayres, en Sao Paulo, haciendo alusión a una mayor aplicación de la ley.

Debido a que el sistema de salud de Brasil es en gran parte un servicio público, los médicos y profesionales de la salud son considerados funcionarios públicos en la mayoría de los casos.

Cualquier ardid para sobornar a los profesionales de la salud con el fin de obtener contratos por parte de compañías farmacéuticas u otros proveedores sería una violación, dijo Ayres.

Aún más preocupante, según Silva, es que el sector público de salud tiene un historial no sólo de explotación del sistema, a pesar de la ley, sino también de ignorar que están sujetos a ciertas regulaciones.

Silva, que regularmente da charlas sobre anticorrupción y antifraude, dijo que le asombraba el hecho de que algunos funcionarios clave encargados de hacer cumplir la política fiscal en determinados municipios pequeños no sabían que estaban sujetos a la ley anticorrupción de Brasil.

Silva señaló que hay una razón por la cual el sector de la salud en Brasil está plagado de corrupción.

En el sector privado, dijo, se aplican los controles para minimizar los costos adicionales y maximizar la satisfacción del usuario, ya que va en beneficio de sus negocios. En el sector público, si bien hay mecanismos para hacer la misma auditoría y vigilancia, por lo general no se aplican debido a la falta de supervisión del gobierno.

Es más, los castigos y la recuperación en Brasil pueden insumir un proceso largo y desalentador.

Los procesos judiciales y administrativos demoran cualquier acción penal, aunque los casos de abusos en el sector son frecuentes.

Por ejemplo, una auditoría gubernamental en 2004 planteó dudas acerca de SUS en una pequeña ciudad cerca de la zona metropolitana de Sao Luis. Además, los colaboradores descubrieron un fraude por valor de R $ 27,9 millones, una suma que nunca se recuperó del presupuesto, y las autoridades iniciaron el proceso administrativo siete años más tarde en 2011.

Si la corrupción es la enfermedad, la cura es un cambio integral y cultural en la forma en que el gobierno implementa y aplica las políticas que involucran a los controles internos contra el fraude y la corrupción, sugiere el Dr. Gallo.