Estonia, en el epicentro de los escándalos de lavado de dinero de la UE, clasifica como el país con menos probabilidades de lavar dinero según índice ALD de Basilea

Un nuevo informe que clasifica a los países por las tendencias percibidas en materia de delitos financieros, en un giro irónico que muestra los desafíos inherentes de crear tales clasificaciones, ha coronado a Estonia como el campeón mundial: un país (léase región) en el centro de un escándalo de lavado de dinero que agita a toda Europa en montos en torno a los cientos de miles de millones de dólares.

La octava edición del Índice ALD de Basilea– Basel AML Index—, publicado este mes, analiza y clasifica a 125 países, señalando algunas tendencias generales que revelan la dualidad de los países que aparentemente están en el extremo más limpio del espectro con la brecha persistente en muchas regiones entre el cumplimiento técnico, promulgación de leyes y su efectividad, y casos grandes y complejos investigados y concluidos.

Incluso a medida que muchos países mejoraron gradualmente los regímenes contra el crimen a nivel mundial, «los sistemas ineficaces ALD / CFT y la falta de transparencia están dejando la puerta abierta a esquemas de lavado de dinero cada vez más sofisticados», según el grupo.

Más países «mostraron ligeras mejoras en sus puntajes de riesgo en 2019 que el año pasado, pero no ha habido cambios sustanciales que indiquen un progreso significativo en la lucha contra el LD / FT», señala el grupo.

«Esto confirma la tendencia general visible durante los ocho años desde que se calculó por primera vez el Índice ALD de Basilea: la mayoría de los países se demoran en mejorar su resistencia frente a los riesgos de LA / FT», según el grupo.

Los puntajes altos, basados en una escala de 10 puntos, indican que un país es más vulnerable al lavado de dinero. Cerca del 30% de los países tienen calificaciones más altas que en 2018, según el estudio, pero por un margen muy reducido.

Estonia, Finlandia, Nueva Zelanda, Macedonia y Suecia tienen los mejores puntajes en la más reciente edición del índice, algunos ayudados por una mayor ponderación hacia la efectividad por parte del Grupo de Acción Financiera Internacional (FATF).

El GAFI actualizó sus evaluaciones de país en 2013 para tener en cuenta leyes más concretas contra el delito financiero. Algunos también fueron ayudados por el GAFI que aún no revisaba las regiones por efectividad, lo que puede reducir considerablemente los puntajes anteriores.

Pero el índice también revela que esos puntajes positivos pueden ser engañosos.

Dinamarca a fines de 2018 declaró que planea fortalecer su regulador financiero para hacerlo más eficaz para combatir el lavado de dinero, luego de que el banco más grande del país, Danske Bank, se viera envuelto en un gran escándalo.

El escándalo involucra pagos por unos 200.000 millones de euros (US$ 230.000 millones) a través de la sucursal de Danske en Estonia entre 2007 y 2015. El banco señaló en un informe que mucho de este dinero fue considerado sospechoso.

El escándalo llevó a la renuncia del ex presidente ejecutivo del banco, Thomas Borgen, y casi redujo a la mitad el precio de las acciones de Danske Bank desde febrero.

Otros bancos, incluido Swedbank, han sido arrastrados al fango, con controles bancarios, reguladores e incluso autoridades de la UE que se han puesto de pie ante el fuego colectivo.

El índice ALD es consciente de esta realidad y los revisores apuestan a que Estonia puede tener que devolver la corona, particularmente cuando el GAFI revise el país con el énfasis puesto en la efectividad.

El puntaje general de riesgo del país de 2.68 de 10 «puede empeorar cuando Estonia sea reevaluado de acuerdo con la metodología de la cuarta ronda del GAFI que se centra en la efectividad de las medidas ALD / CFT y no solo en el cumplimiento técnico».

«No solo es común que los países obtengan puntajes más bajos cuando se evalúa con la última metodología, sino que Estonia ha sido objeto de críticas recientes sobre su efectividad en la prevención [del lavado de dinero]», afirmó el grupo.

«Es importante tener en cuenta que la información no refleja el riesgo de la proximidad geográfica de Estonia con Rusia y los temas que pueden estar asociados con esto», indica el índice en su análisis. «Estonia ha sido catalogado como uno de los primeros puertos de entrada para los lavadores de dinero rusos que desean obtener acceso al mercado financiero europeo».

Los peores países en relación con el riesgo de lavado de dinero este año fueron Mozambique, Laos, Myanmar, Afganistán y Liberia, según el índice, aunque algunos habitantes del fondo perenne no han estado en la lista en los últimos años, incluidos Irán y Corea del Norte.

En el rango de 2018, Tayikistán fue el principal país de riesgo de lavado de dinero, según el índice, seguido de Mozambique, Afganistán, Laos y Guinea Bissau. Los países de menor riesgo, según el índice, el año pasado fueron similares al año actual: Finlandia, Estonia, Lituania, Nueva Zelanda y Macedonia.

El aspecto más preocupante del informe, según el instituto, es que los países no están haciendo cumplir las leyes que tienen para combatir el lavado de dinero.

Por ejemplo, Colombia, Letonia, Finlandia, China y Lituania «cayeron significativamente en las clasificaciones del Índice ALD de Basilea de este año debido a las malas evaluaciones de la efectividad de sus sistemas ALD / CFT por parte del Grupo de Acción Financiera Internacional», según el grupo.

Curiosamente, el índice también señaló que «el cumplimiento y la efectividad a menudo no van de la mano», algunos países crean leyes pero hacen poco después de eso.

«El sistema ALD / CFT de Vanuatu, por ejemplo, obtiene un puntaje alto en cumplimiento técnico pero cero por ciento en efectividad», según el grupo.

«Los gobiernos que realmente toman en serio la lucha contra el crimen financiero deben tomar el liderazgo y comenzar a corregir las debilidades que revelan las evaluaciones del GAFI», dijo Gretta Fenner, directora gerente del Instituto de Gobernanza de Basilea, en un comunicado.

«Los países se benefician mucho más al ser percibidos como confiables, de bajo riesgo para la inversión que de permitir que el dinero sucio de los delincuentes fluya a través de las lagunas legales y operacionales».