Cientos de víctimas de trata rescatadas en las Américas en el Caribe y América Latina, y decenas de detenidos, tras operación de Interpol

Cerca de 350 posibles víctimas de explotación sexual y trabajo forzoso han sido rescatadas en una operación coordinada por INTERPOL en 13 países del Caribe y de América Central y del Sur, en la que participaron más de 500 policías.

También fueron detenidas 22 personas en esta operación contra la trata de personas denominada “Libertad”, llevada a cabo del 3 al 9 de abril en el marco del proyecto de INTERPOL contra la Trata de Personas.

La operación supuso la culminación de un proyecto de dos años y medio de duración financiado por Canadá, por el cual se proporcionó formación a investigadores y agentes de inmigración para mejorar tanto sus conocimientos operativos especializados como la coordinación regional, con el objetivo de luchar contra la trata de personas.

Esta operación es uno de los proyectos en los que trabaja el Grupo Mundial de INTERPOL Especializado en Trata de Personas, que esta semana ha recibido el parabién de los Ministros de Seguridad del G7.

Entre los países participantes se encuentran Antigua y Barbuda, Aruba, Barbados, Belice, Brasil, Curazao, Guyana, Jamaica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago, Islas Turcos y Caicos, y Venezuela.

El centro de coordinación de la operación se situó en el Centro Regional Conjunto de Comunicaciones (JRCC), que se encuentra en Barbados, y la unidad de INTERPOL de Trata de Personas envió especialistas a toda la región.

El Centro de Mando y Coordinación de INTERPOL también prestó apoyo desde sus oficinas situadas en la Secretaría General, en Lyon, y en la Oficina Regional de INTERPOL en Buenos Aires.

Además de las redadas policiales coordinadas, se efectuaron búsquedas en las bases de datos policiales de INTERPOL que generaron 30 resultados positivos, 25 de ellos en la base de datos sobre documentos de viaje robados y perdidos. La policía incautó equipos informáticos, teléfonos celulares y dinero en efectivo.

El Director Ejecutivo de Servicios Policiales de INTERPOL, Tim Morris, declaró que las operaciones como esta demuestran la capacidad de INTERPOL para proporcionar una plataforma a los 13 países participantes, pero detrás de estas cifras hay personas.

“Hay trayectos humanos de madres, padres, hermanos, hermanas, hijos o hijas que son muy intensos y que, lamentablemente, suelen ir acompañados de mucho sufrimiento”, concluyó.

Explotación de los más vulnerables

En la operación se descubrió a hombres y mujeres, algunos menores de edad, trabajando en clubes nocturnos, explotaciones agrícolas, minas, fábricas y mercados al aire libre.

Los traficantes se aprovechan de que miles de personas intentan ir a otros países para buscar trabajo, y eligen a las más desesperadas y vulnerables con promesas de una vida mejor.

Cem Kolcu, Coordinador de la Unidad de INTERPOL de Trata de Personas, afirmó: “Lo que los traficantes no dicen a sus víctimas es qué condiciones de trabajo le esperan a su llegada al destino final. En esta operación, por ejemplo, hemos visto a mujeres obligadas a trabajar en espacios no mucho mayores que un ataúd”.

Según Interpol, en Guyana había mujeres que se prostituían cerca de unas minas de oro ubicadas en lugares muy aislados, de donde no tenían ninguna posibilidad de escapar. Es este un modus operandi bastante frecuente, ya que la lejanía de las minas de oro también dificulta la investigación policial.

“Los policías pasan difícilmente inadvertidos cuando se acercan a los campamentos situados en lugares tan remotos. Para cuando pasan a la acción después de haber recibido información, los traficantes ya han sacado a sus víctimas del lugar”, explicó Diana O’Brien, Subdirectora de la Fiscalía del Estado, órgano que depende del Ministerio de Seguridad Pública de Guyana.

Un enfoque centrado en las víctimas

Para proporcionar a las víctimas los cuidados necesarios después de su rescate, tras la operación los servicios sociales y distintas ONG las entrevistaron y les ofrecieron servicios de ayuda.

Algunas víctimas no se identificaron como tales porque con la actividad que ejercían ganaban más dinero que en sus lugares de origen, lo que dificultó la recogida de pruebas para llevar a juicio a los presuntos autores de la trata de personas. Otras víctimas son manipuladas y sufren intimidaciones para que proporcionen información falsa.

En una fábrica de San Vicente y las Granadinas se encontró a unos “empleados” asiáticos a los que se había quitado el pasaporte, y que habían pasado a ser completamente dependientes: no se les pagaba ningún sueldo, por lo que dependían de los traficantes para el alojamiento, el transporte, la comida y las necesidades más básicas.

En toda la región se encontraron casos similares, lo que demuestra que se debe informar del peligro a los grupos vulnerables tanto en los países de origen como en los de destino, y que se debe velar por que existan los mecanismos de ayuda adecuados.